Un lugar donde aprender, imaginar, crear y también divertirse.

Aquí encontrarás cuentos, poesías, adivinanzas, noticias ...

y muchas cosas más que el mundo del libro nos puede dar.


viernes, 31 de diciembre de 2010

ECHA TUS SUEÑOS A VOLAR



"Había una vez un arbolito feliz. Entre sus ramas había pichones traviesos que jugaban y piaban todo el día. 
El árbol conocía muy bien a todos
  y los quería, los quería tanto... 
Cuando hacía frío los pichones se acurrucaban entre sus hojas y si el sol estaba tibiecito, el
  árbol, moviendo sus ramas, les hacía dar saltitos invitándolos a jugar. 
Pero un día, entre saltito y saltito, los pichones subieron
  la rama más alta del árbol y vieron un azul hermoso y un bosque lleno de otros árboles que no conocían. 
Se dieron cuenta entonces que sus alitas habían crecido lo suficiente como para intentar volar. Un aleteo...y otro más...y por
  fin el cielo no pareció tan lejano. Uno a uno, los pichones se fueron volando. El árbol los miró partir con orgullo, porque entre sus ramas los había cuidado durante mucho tiempo. Él sabía que en una tarde de lluvia los volvería a ver acurrucándose entre sus ramas, los recordaría siempre a cada uno de sus pichones. 

Esa noche el árbol quedó sólo y vacío. A la mañana siguiente no sólo el rocío mojaba sus hojas....nadie se había dado cuenta que había llorado."




                                                  
Un año más termina. No nos entristece pues hemos logrado lo que nos habíamos propuesto, crecer junto a vosotros. No nos despedimos… algo concluye, sí; pero al igual que en el cuento, dejaremos que nuestros sueños partan hacia el nuevo año y junto a vosotros seguiremos trabajando para que esos sueños se hagan realidad.



        ¡¡¡ Feliz 2011 !!!




jueves, 30 de diciembre de 2010

POEMES DE NADAL


No queremos despedir las navidades sin haceros llegar una poesía navideña en valenciano, es sólo una entre tantas y tantas que hemos encontrado.




EL PESSEBRE

Jo tinc un pesebre
petit i lluent
de suro i de molsa
tot blanc de tants bens.
Figures i cases
d'argila i paper
corrals amb gallines
dos bous i un pagès.
Tres dones que renten
amb l'aigua d'un rec
una altra que fila
i un vell que té fred.
Uns àngels que canten
d'un núvol encès.
Jo tinc un pessebre
bonic com cap més.

                                                                                                                            (Ramon Muntanyola)
                                                                  ………………………………………………………………………………………………….

Amb les nostres més sinceres felicitacions



COM ALEGRE CAMPANETA

Com alegre campaneta
que no para de tocar
avui el meu cor batega
perquè us vull felicitar.
Bon Nadal!
(Popular)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

CUENTOS DE NAVIDAD


Días de Navidad, noches frias..... Cuento que narra la triste historia de una pobre niña. No cerremos los ojos ante esta historia y aprendamos a compartir lo que tenemos con los que más lo necesitan.




La pequeña cerillera

Por Hans Christian Andersen
  
ilustración:  Silvia Alvarez Castellar

¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.

Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en    direcciones opuestas.

La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.

Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!

Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.

Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.

-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".

Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.

-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!

Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.

Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.

-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.

Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.






Aqui puedes ver un pequeño corto, que acompañado por la  música de Alexander Borodin, nos ilustra este cuento que acabamos de leer.




martes, 28 de diciembre de 2010

POEMAS DE INVIERNO



LLEGA EL INVIERNO

El señor invierno
se viste de blanco,
se pone el abrigo
porque está temblando.
Se va a la montaña,
se mete en el río,
y el parque y la calle
se llenan de frío.
Se encuentra a la lluvia
llorando, llorando,
y también al viento
que viene soplando.
¡Ven amigo sol!
Grita en el camino,
pero el sol no viene
porque se ha dormido.


                          Marisol Perales

Hoy es día de los Santos Inocentes


Es tradición realizar bromas de toda índole, pero el nombre se debe a la masacre de niños cometidas por el Rey Herodes, como lo menciona el evangelio de Mateo

Tal vez en alguna ocasión os habréis preguntado, al llegar estas fechas, ¿Cuál es el origen del día de los Santos inocentes?, ¿Y el de las inocentadas?

Para encontrarlo tenemos que remontarnos a comienzos de nuestra era. Cuando el rey Herodes gobernaba Israel, llegaron a Jerusalén los tres Reyes Magos, preguntando dónde había nacido el futuro rey de Israel, pues habían visto aparecer una estrella en Oriente. Ellos recordaron la profecía del Antiguo Testamento, que decía que "Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones" (Números 24, 17). Herodes, temeroso de que Jesús, el nuevo mesías que acababa de nacer, le pudiese arrebatar el trono ordenó matar a todos los niños menores de dos años en la ciudad de Belén.
 A raíz de esta matanza, la iglesia católica decidió, allá por el siglo IV, conmemorar la muerte de estos niños, los Santos Inocentes, cada 28 de diciembre. 

Con el paso del tiempo esta fecha acabó adquiriendo el carácter de día de las bromas que conocemos en la actualidad. Podemos hallar antecedentes de ellas en la antigua fiesta romana de los saturnales (el 17 de diciembre). Sin embargo, la Edad Media se encargó de combinar este rito con otro más pagano, conocido como la "Fiesta de los locos", celebrado en los días comprendidos entre Navidad y Año Nuevo. En el centro de Europa existía la costumbre de elegir, el dia de San Nicolás (6 de diciembre), un Obispillo, seleccionado entre los niños del coro de las catedrales, y cuya dignidad duraba hasta el 28 de diciembre, dia de "Los Inocentes". Por esta razon, y porque era heredero de otra figura popular anterior, la del "Obispo de los locos" (que representaba el inversión de los órdenes sociales y, por tanto le era permitido toda forma de bromas) tomó el nombre de "Obispillo de Inocentes".
 

En tiempos de Felipe II, en el día de los Santos Inocentes se organizaba una romería en el que un grupo de 12 hombres disfrazados de locos se echaban al monte pidiendo dinero para la "Humanidad de las Animas Benditas". El símbolo de esta fiesta es el de un muñeco recortado de papel que se pega en cualquier espalda sin que la persona se percate.
De aquí viene la tradición del muñequito de papel colgando de cualquiera que no ande avispado ese día.

También es típico recitar estos versos después de pedir algo prestado, cuando se consigue, se le dice al que lo prestó: 
"Herodes mandó a Pilatos,
Pilatos mandó a su gente,
y el que presta en este día,
pasará por inocente".
El incauto debe darse por notificado que no se le devolverá lo entregado.
Otro dicho popular, dice también:
"Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se debe prestar".
Y así, combinando lo pagano con lo religioso, esta tradición llegó hasta nuestros días.
fuentes consultadas:   www.familia.cl, www.esmas.com, www.celtiberia.es, wikipedia...

CUENTOS DE NAVIDAD PARA LOS PEQUES




Cuando a Matías le entraron ganas de hacer pis en la noche de Reyes




Chema Heras
Ilustraciones de Kiko Dasilva
Traducción de Chema Heras
Kalandraka, 2000


Matías está ansioso porque se acerca la noche de Reyes, y en su carta ha pedido un tren con tres vagones de colores. 
Como el pobre está de los nervios no hay quien le duerma.

Cuando llegó la noche de Reyes, su madre le dijo:
-Matías, hoy tienes que acostarte temprano. Esta noche vienen los Reyes Magos.
-¡No! ¡Yo quiero verlos! -protestó el niño.
- ¿Pero qué dices? ¡Los Reyes no dejan juguetes a los niños que están despiertos! -le advirtió su padre.

- Entonces me voy a la cama ahora mismo -dijo Matías.
Antes de irse a dormir, Matías dejó encima de la mesa tres platos con nueces y tres vasos de leche… para los Reyes.
También llenó tres cubos de agua… para los camellos.

En mitad de la noche, Matías se despertó con muchas ganas de hacer pis y escuchó una voz que venía del fondo del pasillo:
-¿Dónde le dejamos el tren, aquí o debajo de su cama?
Pero el pobre Matías ya no podía aguantar más.
Saltó de la cama y fue de puntillas por el pasillo, abrió la puerta del baño con mucho cuidado, levantó la tapa del váter sin hacer ruido y… el pis hizo ruido, mucho mucho ruido.

Con los ojos llenos de lágrimas, Matías corrió hacia su cuarto y se metió en la cama.
Pensando pensando, se durmió.
Y, durmiendo durmiendo, soñó…
…que los Reyes le habían traído un montón de carbón negro, muy negro.
Con las primeras luces de la mañana, Matías abrió los ojos, saltó de la cama y fue a ver si los Reyes le habián dejado algo.
Estaban las cáscaras de las nueces, estaban los vasos de leche vacíos, también estaban los tres cubos sin agua.
Pero… ¡no estaba el tren!
De repente se acordó de la voz que había oído en el pasillo:
-¿Dónde le dejamos el tren, aquí o debajo de su cama?
Matías se fue corriendo a su cuarto, miró debajo de la cama y vio algo negro, muy muy negro.
Metió el brazo y sacó una locomotora y tres vagones: el primero rojo, el segundo azul y el último…
Matías buscó un cordón para tirar de la locomotora e inventó una cancioncilla:


El tren de Matías, chu chu chu
corre por las vías, chucu chucu chu




Matías ató el cordón a la locomotora y se fue por la casa, tirando de su tren y cantando:


El tren de Matías, chu chu chu
corre por las vías, chucu chucu chu




ADIVINANZAS


Adivinanzas Navideñas 



Aquí tenéis unas cuantas adivinanzas navideñas, para los más peques, ¿Os atrevéis con ellas?

1. Cuando estoy en el campo soy verde y muy alto
y si me llevan a casa, me adornan que es un encanto

2. Me hacéis cuando se acerca la Navidad, 
con personas y animales, 
a veces tengo río y puente,
otras veces incluso estrella y nieve, 
pero siempre la figura principal 
es la más pequeña del portal.

3. Con la nieve se hace y el sol lo deshace.

4. Al compás de las campanadas de medianoche,
comemos una tras otra hasta llegar a doce. ¿Qué son?

5. Nunca me quito la ropa, pero me pongo un disfraz, 
sobre mi vestido verde, al llegar la Navidad .  


6. Se come en Navidad, tiene almendras y miel. ¿Qué cosa es?

7. Por dentro, una sorpresa. Por fuera, muy colorido, 
por una cinta con un lazo envuelto 
y el nombre de un ser querido anotado. ¿Qué soy?

8. Volando en su trineo, va surcando y cruzando el cielo.

9. Brillante y dorada, en lo más alto del abeto está colgada.

10. Las ciudades se iluminan y están todos muy alegres,
se cantan villancicos, se comen turrones y nueces.
¿Qué fiesta es?

  

¿Sabes ya las soluciones?





lunes, 27 de diciembre de 2010

POESÍA NAVIDEÑA

Dialogo de pastores por Internet


Ha nacido!
¿Quién nació?
Quién va a ser: quien era y es.
¿Dónde ocurrió?
Naveguemos
por Internet.
Triple W. Punto. Arroba.
Punto. Com. Portabelén.
Ángeles. Pastores. Magos.
María. Arroba. José.
Y la tibieza del heno
la Mula, el Buey,
la estrella errante y su orquesta
de estrellas – sol fa mi re -,
y el almendro que no sabe
que es diciembre…
¿Pero quién
es la luz, la flor desnuda
que ríe en Portabelén?
Es quien es.
¡Quién iba a ser!
                                                                    (José Hierro)

La il·lustració és d'Anabela Dias.
 Publicación: Sàlvia (Poesía infantil i juvenil)

La Real Academia Española despide 2010 con el nacimiento de la nueva Ortografía y el relevo de su director


El pasado 16 de Diciembre, José Manuel Blecua fue elegido nuevo director de la RAE. Doctor en Filología Románica y catedrático de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Barcelona, Blecua tendrá que afrontar la consolidación del español en la Red y en Estados Unidos.

Sólo un día después de su nombramiento, se presentaba la nueva Ortografía de la lengua española, consensuada entre las Academias de la Lengua Española de todo el mundo, y que, entre otros, fija la denominación de algunas letras para todos los hispanohablantes, elimina las tildes de las palabras monosílabas y reduce el número de letras del alfabeto a 27.

Entre los cambios más importantes encontramos:

- Se unifica la denominación de la letras: b será bev será uvedoble uve para w; y ye para y. Con la desaparición de la i griega, la i latina pasará a denominarse simplemente i.

Ch y ll ya no serán letras del alfabeto, por tanto las letras del abecedario pasarán a ser 27.

- Desaparece la tilde diacrítica de la palabra solo (de solamente) y de los pronombres este, esta, estos, estas.

- Las palabras monosílabas que incluyen hiatos y que antes se acentuaban, son consideradas por la nueva ortografía como “monosílabas a efectos ortográficos” y por tanto, se escribirán sin tilde guion, truhan, hui, riais, fie… Además, la RAE “condena” (no propone) escribir estas palabras con tilde como falta de ortografía.

4 o 5 y no 4 ó 5: el uso de la máquina de escribir, hacía confundir la letra o con la cifra 0, por eso era la única palabra que podía acentuarse cuando iba entre números, pero los teclados de ordenador han eliminado el peligro de confundirlo, ya que el 0 es de mayor tamaño.

Catar y no Qatar: la letra k ya es plenamente española, por eso se elimina la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. De ahí que ahora pase a escribirse Irak, Catar o cuórum. Si alguien prefiere la grafía anterior, tendrá que hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (quorum, en cursiva y sin tilde). Aunque esta regla no servirá para los nombres propios, que se siguen escribiendo en redonda.

Papas, reyes y príncipes pierden la mayúscula; y palabras como piercing o zoom se adaptan al español, pasando a ser pirsin o zum.

fuente: Red de Bibliotecas Escolares de la Comunidad de Madrid

EL ÁRBOL DE NAVIDAD



Esta es la historia de un pueblito y su gente, o mejor dicho,  es la historia de un arbolito de Navidad que dio mucho que hablar.

 En el pueblo de Santos Cielos, todos los años y desde hace mucho tiempo, cada ocho de diciembre se armaba un gran árbol de Navidad en la plaza principal. Todos colaboraban en su decoración.
 Cada persona del pueblo, rico, pobre, gordo, flaco, viejo o joven, colocaba su adornito,  ofrenda o cartita, para que el árbol cada año luciera más lindo que el anterior.
 Era una especie de fiesta para todos, en la que la mayoría trataba de darle al arbolito lo mejor que tenía. Por supuesto nunca falta alguna persona que no estaba de acuerdo con algo: podía ser el color de la cinta, el tipo de moño, el tamaño de la cartita.
 Lógicamente, cada uno de los habitantes del pueblo armaba el arbolito en forma muy parecida a cómo vivía su vida.
 Los más sencillos, colocaban adornos simples, pero no por eso menos bellos. A los que les gustaba presumir, colocaban los adornos más grandes y que más llamaran la atención de todos. Las personas más serias, ponían moños de color bordó lisos o tal vez verde oscuro, los más alegres, moños y cintitas de todos los colores.
 El alcalde del pueblo era un señor muy bueno, al que todos llamaban Bonachón. Ese era su verdadero apellido, pero como realmente era muy bueno el nombre le venía como anillo al dedo.
 Don Bonachón supervisaba el armado del árbol que duraba varios días. La costumbre era empezarlo el día 8 y terminarlo el 24 de diciembre.
 El alcalde se encargaba de revisar uno por uno los adornos que la gente llevaba  para que todo estuviera en orden. Así era que evitaba más de un problema.
– ¿Qué se supone que traes ahí Clarita? Preguntó asombrado Don Bonachón al ver a la niña con un helado de frutilla y pistacho, yendo directo al arbolito.
– Es para nuestro árbol pues le combinan los colores, los sabores no me gustan pero lo pedí así para que quede más lindo, nada más ¿buena idea verdad?
El alcalde no sabía cómo decirle a la niñita que un helado no era realmente el mejor de los adornos, no quería desilusionarla, pero por otro lado, tampoco podía dejar que el helado se derritiera sobre una rama.
– ¿A qué adivino preciosa? Este rico helado lo has traído para mi ¿verdad? Hace mucho calor aquí, debo pasar horas cuidando nuestro árbol. Ya sabía yo que alguien pensaría en este pobre alcalde y me traería algo fresco y además con los colores de Navidad ¡Gracias, muchas gracias!
Clarita se fue sin querer discutir con Don Bonachón y lo saludó con una sonrisa, mientras pensaba qué otra cosa conseguir para el arbolito.

Luego llegó Pedrito un niño muy humilde. Se paró frente al árbol, elevó su mano hacia una de las ramas e hizo como si dejara algo en una de ellas. La verdad es que no había puesto nada, pero se fue muy contento. Don Bonachón presenció la escena muy intrigado, pero no dijo nada.
Al rato llegó una señora muy adinerada en su lujoso auto. De allí bajaron una gran lámpara con cientos de luces pequeñas y cristales que colgaban.
– Vengo a darle un toque de lujo a este árbol, con estas luces en la punta lucirá como el mejor de todos y esto, gracias a mi generosidad. Dijo la señora adinerada.
 Mucho le costó al alcalde hacerle entender a la señora que no podían colgar semejante lámpara del árbol, sin que éste se cayera.
Luego de una discusión nada sencilla, la señora se retiró muy ofendida con su lámpara y pensando en que la Navidad no tendría ningún toque de distinción.
La gente seguía trayendo adornos, moños y cosas para el árbol que poco a  poco se iba llenando.
La Navidad se acercaba y Pedrito iba todos los días y también todos los días hacía lo mismo. Paradito frente al árbol abría su manito pequeña, hacía como que dejaba algo en una ramita y con una inmensa sonrisa se iba.
 No faltó quién empezó a preguntar, no de muy buen modo por cierto, por qué Pedrito no dejaba nada. Realmente nadie entendía bien qué pasaba con él.
– ¿Nos está tomando el pelo? Decía un señor pelado muy enojado.
– ¡De esta manera no vamos a terminar ni para Reyes! Se quejó Don Apurado mirando una y otra vez el reloj.
– ¡Así cualquiera deja algo, qué vivo! Mientras nosotros nos esforzamos por poner los mejores adornos, viene este niño, tan mal vestido dicho sea de paso, y no deja nada. No es Justo. Gritaba la señora adinerada.
– Cada uno da lo que puede, Pedrito sabrá lo que hace. Dijo Don Bonachón tratando de calmar los ánimos.
 Se acercaba el último día y todos se apuraban por terminar de llevar sus adornos. Clarita intentó un par de veces más llevar un postre helado y hasta gelatina de frutillas, pero Don Bonachón supo solucionar la situación.
Ese último día y como todos los anteriores, Pedrito llegó hasta el árbol e hizo lo mismo de siempre. Esta vez no se fue. Se quedó esperando a todos los demás,  con la misma sonrisa de siempre.
El pueblo entero se convocó a los pies del árbol gigante que  había quedado precioso.
Todos los vecinos del lugar comenzaron a contar qué le habían dado al arbolito y por qué.
Las más coquetas contaron que lo habían adornado con moños porque estaba a la moda.
Los más golosos dijeron que le habían colgado chupetines para comerlos luego.
Los descreídos confesaron que no le había puesto nada.
Los desganados que le habían puesto lo  primero que habían encontrado.
La señora adinerada contó que le había puesto lo más caro que pudo comprar con todo el dinero que tenía.
Don Bonachón escuchó a todos y cada uno de los vecinos. El único que no había abierto la boca era Pedrito.
– ¿Y vos Pedrito, que le ofreciste al árbol?
De repente se armó un lío bárbaro, casi todos empezaron a hablar al mismo tiempo, nadie se escuchaba, todos querían dejar bien claro que el niño nada le había ofrecido al arbolito y que por ende, nada tenía que ver en lo hermoso que había quedado. Nadie le dio tiempo a contestar.
 Pedrito escuchaba pero no decía nada. Miraba al gran árbol y la gran sonrisa seguía firme en su carita.
 Cuando Don Bonachón consideró que se había hablado lo suficiente, hizo callar a todos y tomó la palabra nuevamente.
– Ahora sí Pedrito, dinos que le diste cada día al árbol por favor.
Todos se miraban como si el alcalde hubiera enloquecido pues sabían que el niño nada había ofrecido.
Pedrito se paró y dijo:
– Cada día, desde que empezamos hasta hoy, le he dado al arbolito lo mejor que tengo, un día le ofrecí mis sueños, otro el amor que siento por mi familia, otro las ganas de hacer cosas, otro día mis deseos de ser mejor y así le fui dando todo lo que tengo en mi corazón.
– ¡Qué ridículo! Dijeron los descreídos, los desganados y los presuntuosos.
Don Bonachón, emocionado por un lado y un poco triste por la reacción de su gente, les habló así.
– Está visto que mi pueblo no entiende de qué se trata la Navidad y este hermoso árbol con el cual elegimos representarla cada año.
La Navidad, aunque muchos confundan las cosas, no se trata de adornos y regalos, sino de ofrecer a los que amamos lo mejor de nosotros, de acercarnos a la familia y a los seres queridos, de compartir con todos lo que se tiene, poco o mucho no importa.
– ¿Y entonces me quiere decir porque hace años que venimos adornando este árbol si no se trata de adornos la cosa? Gritó un señor muy enojado.
– La Navidad tiene símbolos, cosas que la representan, lindas, hermosas, pero que no son lo fundamental. La excusa del árbol era para hacer algo entre todos y unirnos en Navidad y para que cada uno de ustedes pusiera lo mejor de sí, ni más, ni menos. El único que realmente interpretó el mensaje fue Pedrito.
Luego de ese 24 de diciembre, las Navidades no volvieron a ser las mismas en Santos Cielos. Hay que decir que los arbolitos de los años que siguieron, no tenían tantos adornos como los anteriores, pero cada vez había más personas que depositan en aquel hermoso símbolo lo más preciado de sus vidas.




Eso sí, algo no cambiaria jamás, la sonrisa de Pedrito y no sólo en Navidad.